06 septiembre 2006

Mezquitas

La mezquita no solo es lugar de oración, sino, y principalmente, lugar donde se discuten, se toman y se imponen las consignas sociales y políticas a los "creyentes" musulmanes, que antes que sentirse miembros de la sociedad del país que le acoje son seguidores de un credo opuesto a los valores de las sociedades occidentales.

Cuando se discute acerca de la posibilidad de construir una mezquita o de conceder terrenos para el mismo fin, es necesario no dar por supuesto el conocimiento del objeto de la discusión.

La mezquita no es una iglesia musulmana, tiene sus funciones y sus normas. Hay una tendencia debida a la ignorancia del otro, a pensar que, en definitiva, el otro es más o menos idéntico a mí, o al menos parecido. En cambio tenemos que reconocer al otro como distinto, si no queremos admitirlo mentalmente. Por lo tanto, para entender lo que es una mezquita, hay que dirigir la mirada al Islam.

En la tradición musulmana, la mezquita (giâmi) es el lugar donde se reune la comunidad (como indica el nombre de giâmi, la raiz gm' significa reunir) para arreglar todos sus asuntos: cuestiones sociales, culturales, políticas, como también para rezar. Todas las decisiones de la comunidad se toman en la mezquita. Querer limitar la mezquita a "un lugar de oración" es violar la tradición musulmana.

El viernes (yawm al-giumu' ah) es el día en el que la comunidad se reune (como indica el nombre giumu' ha). Se reune a mediodía para la oración pública seguida por la kutbah, esto es, por el discurso, que no es un pregón. Este discurso trata las cuestiones de la hora presente: políticas, sociales, morales, etc.. En muchos países musulmanes - por ejemplo en Egipto, el más poblado país musulmán árabe - todas las mezquitas son vigiladas los viernes, y las más importantes, acordonadas por la policía especial. La razón es sencilla: las decisiones políticas salen de la mezquita durante la khutbah del viernes.

En la historia musulmana, casi todas las revoluciones y los levantamientos populares salieron de las mezquitas. La Jihâd, esto es, "la guerra en el camino de Dios", obligación de todo musulmán de defender la comunidad, es proclamada siempre en la mezquita, en la khutbah del viernes.

Es por lo tanto un error, hablando de la mezquita, hablar únicamente de un "lugar de culto". Como también es un error, hablando de la libertad de construir mezquitas, hacerlo en nombre de la libertad religiosa, en tanto que no se trata solamente de un lugar religioso, sino de una realidad polifacética (religiosa, cultural, social, política, etc.).

No se debe olvidar que el lugar dedicado a la oración del viernes es considerado por los musulmanes espacio sagrado que queda para siempre en manos de la comunidad, la cual decide quién tiene la facultad de ser admitido y quién en cambio lo profanaría. Por esta razón no se puede otorgar un terreno, por ejemplo por 50 años, para edificar una mezquita: este terreno jamás podrá ser devuelto.

Existen a menudo en los países musulmanes, en las ciudades, pequeñas "lugares de oración", llamados por lo general musallâ, esto es, lugares de oración. Son como "capillas" con capacidad para unas cincuenta personas ubicadas a menudo en la planta baja de una casa, en lugar de las viviendas.
Estos lugares, más discretos, son generalmente utilizados casi exclusivamente para la oración del mediodía, permitiendo a la gente de la calle o de los edificios cercanos rezar en paz.

Las mezquitas tienen normalmente un minarete desde donde el almuecín llama a la oración.
Estos minaretes tienen una función práctica y son ligeramente más altos de las casas que los rodean. En la historia asumieron a veces una función simbólica, de afirmación de la presencia musulmana, e incluso una función política de afirmación de la superioridad del Islam sobre las demás religiones. Su objetivo primordial es permitir a la voz humana llegar a quien vive cerca.

En este siglo, se añadieron a menudo megáfonos en los minaretes (sobre todo si cerca hay una iglesia o un barrio cristiano), y los almuecines añadieron también otras cosas a la llamada a la oración prolongándola.

Estas innovaciones son contrarias a la tradición musulmana y los países musulmanes rigorosos las condenan, como por ejemplo Arabia Saudí. En otros Estados, como Egipto, el uso del megáfono está limitado únicamente a la llamada (que dura alrededor de dos minutos) y está prohibido para el rezo del amanecer.

Finalmente hay que preguntarse quien financia mezquitas y centros islámicos. No es un secreto para nadie que gran parte de las mezquitas y centros islámicos de Europa son financiados por gobiernos foráneos, en especial por Arabia Saudí, que también impone a sus imanes.

Ahora bien, es archiconocido que en el mundo islámico sunita Arabia Saudí representa la tendencia más rígida, denominada wahhabita. No son éstos imanes los que podrán ayudar a los inmigrantes a integrarse en la sociedad occidental, ni a asumir la modernidad, condiciones necesarias para una convivencia serena con los autóctonos.

Tras haber aclarado el objeto de la discusión, nos permitimos algunos elementos de juicio. Permitir a los musulmanes tener lugares de oración en Occidente se da por supuesto. Sería con mucha probabilidad más conforme al contexto sociológico de los inmigrantes tener musallâs, esto es, "capillas" donde podrían reunirse para rezar. También les saldrían más baratas.

La mezquita, en tanto que centro socio-político-cultural musulmán, no puede entrar en la categoría de lugares de culto. Necesita ser examinada como tal. A la pública administración compete estudiar cómo ejercer un cierto control sobre tales centros, vista la función política que asumieron en la tradición islámica.

No se entiende en cambio, en base a cual razón una administración local tendría que regalar el terreno o una parte de la construcción. La oposición que se manifiesta un poco por toda Europa a la edificación de mezquitas puede estar originada por sentimientos de xenofobia, pero con más probabilidad procede del temor que se trate de un acto político de afirmación de una identidad distinta bajo todos los aspectos, demasiado ajena a la cultura y civilización occidental.

Si un centro musulmán sirviera para ayudar a los emigrados a integrarse en la sociedad europea, promoviendo cursos y otros servicios, habría que alentarlo, pues se trataría de construir juntos, emigrados y autóctonos, una sociedad común y solidaria. Cabría promocionarse (también materialmente) la constitución de grupos o asociaciones mixtos, constituidos por emigrados (no solamente musulmanes) y autóctonos, para fortalecer la integración de aquéllos en las sociedades europeas y la apertura hacia los inmigrantes.

Teniendo en cuenta la tradición musulmana de no distinguir religión, tradiciones, cultura, vida social y política, es importante que los responsables se informen bien para poner en práctica estas distinciones y estén muy atentos a no alentar la politización (bajo cualquier forma) de los grupos de emigrados (sean o no sean musulmanes).

Abre los ojos

Recuerda lo que dijo Osama Ben Ladem

"Conquistaremos Europa con los vientres de nuestras mujeres"
LOS QUE ENTREN EN CAYUCOS SON MUSULMANES
Piensa, la tasa de crecimiento de Marruecos, es aproximadamente 10 veces mayor a la española y el número uno de natalidad mundial es Palestina.

Abre tus ojos

Bien se metieron los medios de manipulación social del progresismo cuando Malta, no hace mucho, se negó a que pisaran su suelo unos inmigrantes náufragos recogidos por un pesquero español. Pero esos mismos medios manipuladores callaron que otros países, mucho más grandes que Malta y próximos también a la zona, como Marruecos o Libia, se negaron a recibirlos. ¿Sería por el carácter cristiano de Malta frente al islámico de los otros dos países? Además, Malta llevó suministros de víveres y medicinas al pesquero mientras estuvo cerca de la isla, por lo que no se desentendió completamente del asunto.

Al sistema capitalista salvaje de hoy le resulta más rentable traer inmigrantes que mantener a los nacionales. Y este sistema ha sido la consecuencia de la globalización, producida por las nuevas tecnologías que han hecho posible una mayor facilidad para la libertad de movimiento de capitales. Y la libertad de circulación de capitales ha producido inmediatamente la libertad de circulación de trabajadores, origen de las deslocalizaciones de empresas y de los traslados étnicos masivos.

Se ha pasado de un capitalismo productivo a uno principalmente especulativo. Con el primero, por ejemplo, se cerraban empresas cuando iban realmente mal; con el segundo, el actual, se cierran empresas, no porque vayan mal, sino para ganar más con una deslocalización, es decir, llevándola donde la mano de obra sea más barata. Y aquellas empresas que no pueden ser deslocalizadas, que son la mayoría, recurren a la mano de obra barata de la inmigración.

La consecuencia de este sistema es que, salvo unos pocos, la mayoría acaba perdiendo: el más perjudicado, el inmigrante, porque le quitan el derecho de todo pueblo a poder vivir en su propia tierra; después el país de salida del inmigrante, porque, aunque en un principio se beneficie de la llegada de divisas, a la larga se ve perjudicado por la pérdida de sus mejores ciudadanos y por la falta de inversiones que harían posible su desarrollo, y, finalmente, el habitante del país de entrada del inmigrante, porque, además del aumento de la delincuencia, ve cómo se van deteriorando las condiciones de trabajo con la pérdida de muchas conquistas sociales, las cuales no se lograron fácilmente.

Sólo una tercera vía entre el capitalismo y el comunismo puede ser la solución frente al capitalismo salvaje o neoliberal de hoy, el sistema en el que están metidos casi idénticamente tanto el PSOE como el PP. Por tanto, que nadie espere nada de estos partidos. Son los mismos perros con distintos collares. Tanto uno como otro están metidos en la Trilateral y en el club Bilderberg, los antros donde se cocina desde hace tiempo el capitalismo salvaje y desde donde se lanzan al mundo las "bondades" de la "multiculturalidad".

Y que no nos comparen esta auténtica invasión con la emigración de españoles a Alemania o América. En el caso de Alemania se trataba de un país devastado por la II Guerra Mundial que precisaba de mano de obra para su reconstrucción y desarrolo. Además, el movimiento migratorio se controlaba tanto en el país de entrada como en el salida. En el caso de América se trataba, en la mayoría de los casos, de poblar zonas extensísimas de territorio con muy poca densidad de población, siendo muchas veces el país receptor el que pedía el poblamiento, como sucedió, por ejemplo, en la Argentina. Y en todos los casos se trataba de países con la misma raíz cultural, la cristiana, y el europeo que emigraba quedaba siempre sometido estrictamente a las leyes del país de acogida.

Veremos si no se censura este post. Al fin y al cabo, este periódico está sujeto al sistema imperante, sobre todo al ser gratuito.

España ha pasado de ser un país de emigrantes para convertirse en uno de los objetivos primordiales de ciudadanos de otros países, sobre todo de los países del Este de Europa, Latinoamérica y África, en especial Marruecos.

En cuanto a musulmanes ser refiere, es claro que el foco de atención se centra precisamente en los inmigrantes marroquíes, que por motivos de cercanía, políticos e incluso culturales, aunque sea en tiempos remotos, eligen nuestro país como salida a una vida marcada por la miseria y la “incapacidad” del Reino de Marruecos de proporcionar unas adecuadas condiciones de vida a sus súbditos.

Al igual que los turcos en Alemania, los marroquíes que llegan a España, lo hacen con sus costumbres a cuestas, como es lógico. Sin embargo, tanto unos como otros estábamos acostumbrados a convivir de forma tolerada sin prestarnos mucha atención. Nuestra primera legislación coincide con la inquietud manifestada por la UE a mediados de los 80, de implantar una política común para toda la Unión en lo que concierne a la inmigración.

Al margen de las sucesivas leyes de extranjería de los gobiernos españoles que se centraban en una regulación del flujo de inmigrantes, la seguridad en las fronteras y la incorporación de este colectivo a la sociedad española, en el caso concreto que nos ocupa del Islam y su desarrollo, no es hasta principios de los 90 cuando se sientan las bases para regular el culto islámico en el marco legal español.

En 1992 se firma el Acuerdo de Cooperación del Estado Español y la Comisión Islámica de España, donde se reconoce a los musulmanes como comunidad religiosa en nuestro país.

Para ello, fue necesaria que todas las asociaciones que se habían constituido de forma más o menos espontánea se unieran bajo dicha Comisión, que adquiere a partir de este momento, la responsabilidad de erigirse como controladora del proceso de institucionalización del culto islámico en nuestra sociedad.

La Comisión tiene el importante papel de dar su conformidad en la acreditación de imanes, así como de apoyar a las diferentes comunidades en cuanto a la selección de textos religiosos que se han de impartir en las escuelas y mezquitas, incluso, interviene en la acreditación de los productos alimenticios que se comercializan en España, con el carácter “halal”.

La Comisión y las asociaciones que la forman son responsables ante el Estado Español de la aplicación práctica de los derechos adquiridos en este Acuerdo, que dicho sea de paso, es bastante ambicioso y permite un alto grado de libertad en la práctica de su religión a los inmigrantes musulmanes en España en todos los ámbitos.

Por lo pronto, mezquitas y lugares de culto que estén previamente reconocidos y registrados son inviolables, además de disfrutar de un régimen fiscal favorable. Se reconoce el derecho de disponer de lugares reservados en los cementerios municipales, que respeten todo el ritual islámico de enterramiento, así como de disponer de sus propios cementerios.

En lo que respecta al matrimonio, aquél contraído bajo la ley islámica tiene también reconocimiento dentro de nuestro Código Civil.

También se reconoce el derecho de los musulmanes de cumplir con sus obligaciones religiosas tanto en su lugar de trabajo, en el Ejército, en los centros penitenciarios y en el ámbito educativo, en todos los niveles, incluido el universitario. El Estado español tiene la obligación de garantizar que los alumnos de cualquier edad reciban enseñanza religiosa islámica tanto en centros públicos como privados concertados. También su alimentación y horario de comida debe contemplarse en todos estos centros.

En el ámbito laboral, los musulmanes que viven en España pueden sustituir las festividades establecidas en el Estatuto de los Trabajadores por diez días que coincidan con fiestas propias del Islam, previamente señalados en el Acuerdo del 92.

Los trabajadores musulmanes tienen derecho a interrumpir su trabajo los viernes de cada semana durante tres horas para cumplir con sus obligaciones religiosas y terminar una hora antes su jornada laboral durante el Ramadán.

El papel de los imanes es fundamental, ya que disfrutan del derecho de secreto profesional, de manera que no se pueden ver obligados a declarar hechos que les hayan sido revelados en el ejercicio de sus funciones, tanto en el culto propiamente dicho, como en su labor de asistencia religiosa.

Estas pinceladas son suficientes para concluir que las autoridades españolas han brindado la oportunidad a los inmigrantes musulmanes para que se sientan como en casa.

Inmigración potenciada y dirigida por las autoridades turcas con claros objetivos de influencia política, como reconoció su ex jefe de Estado, Suleyman Demiral, al declarar: “Yo fui el responsable durante los años 60-70 de aproximadamente el 60-70% de los tres millones de turcos que emigraron a Europa, pues siempre he sido partidario de la creación de un lobby (turco) en Europa”.

Una invasión financiada por los propios alemanes:

Los subsidios de paro para los inmigrantes serán en 2006, dos veces más que el presupuesto del Ministerio del medio ambiente, o dos veces más que el presupuesto del Ministerio de juventud.

La asistencia familiar de todo el Estado alemán, va en su 50% a familias turcas. En vez de dedicar ese dinero a la reconversión demográfica alemana, fomentando una política fatalista. ¿Política autosuicida? Evidentemente sí.

La asistencia social a los inmigrantes, es 3 veces mayor que a los alemanes.

Sólo un extranjero de cada 5 paga a la Seguridad Social, es decir el 80% de ellos no paga nada.

Y no es que lo agradezcan:

El sistema policial y judicial tampoco es ajeno a los gastos provocados por la inmigración. Según los últimos informes de la policía, Alemania se ha convertido en una importante plataforma para el tráfico de drogas. En 2000 el 89.9% de los integrantes de bandas de delincuentes eran extranjeros. El 85% de las personas en búsqueda y captura eran extranjeras. El control del narcotráfico estaba en manos extranjeras en el 100%.

Corrompen nuestras mentes con las drogas que cultivan en sus paises. Otra formar de mermar a la población.

Turquia tiene 69millones de habitantes.

Nota: Estos comentarios están recogidos de los foros de 20 Minutos a título de ilustración de lo que se comenta referente al "miedo" al inmigrante. La opinión de este blog no tiene nada que ver con estos contenidos.

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