Si como siempre el pueblo español sabe distinguir a la hora de votar entre lo que son unas elecciones generales y lo que son unas locales y autonómicas, el Partido Popular no debe tener miedo a sufrir alguna que otra decepción en algún feudo. Su gran error sería inducir a error al electorado presentando las elecciones previstas para el 27 de mayo como un plebiscito que juzgue al gobierno de Zapatero. Quizás se le tome en cuenta esta presumible intención de Rajoy y acólitos y el varapalo sea imprevisible.
Los gastos en publicidad partidaria en las comunidades de Madrid y Valencia superan con creces las que se hayan podido originar en Catalunya y Andalucía juntas. Vallas publicitarias, festejos, eventos culturales y deportivos, comidas para jubilados y pensionistas, y edición de libros y folletos destinados a comprar voluntades e intenciones de voto son la obsesión de los mandatarios populares. La bibliotecas públicas ya tienen ediciones de lujo de obras de César Vidal, Pio Moa, Federico, Isabel Sansebastián y otros muchos voceros del fin del mundo. Donde con el mismo presupuesto entraban cien libros variados hoy caben treinta de la verdad absoluta. Las conferencias en municipios, participaciones en radio y televisión de los afines ayudan mucho a la causa y al bolsillo desinteresado de los voceros. Todo ello, por supuesto, lo pagan las administraciones locales y autonómicas. Es decir, con nuestro dinero se sufragan las generosas campañas electorales y muy particulares del Partido Popular.
Con todo esto a su favor, el PP no debe temer pérdidas irremediables. Lo malo es que confundan unos buenos resultados locales, por el mérito de los propios ediles municipales y consejeros autonómicos,con la aprobación de su política de acoso y derribo. Si disminuye su representatividad de manera ostensible sería un desastre para todos, algunas mentes prodigiosas a lo Murdoch podrían deducir que el sistema democrático ha caducado y entrarían en un callejón sin salida para la democracia. Por otra parte, un buen resultado sería interpretado como "aprobación" de su forma de actuar a nivel general, con lo que se apretarían aún más las tuercas al sistema de una forma involucionista.
Por todo ello es imprescindible que los "mentores" de la política "crispatoria" se aclaren y sepan separar convenientemente lo que es política nacional de la local y sobre todo separar lo que conviene al conjunto de los ciudadanos de lo que conviene al interés particular del propio Partido Popular.
Personalmente creo que deberían arropar y hacer caso a políticos como Joaquín Calomarde o al propio Gallardón y separarse de las aventuras "falangistas" y de tierra quemada. Es posible que gente muy preparada y auténticamente demócratas estén esperando unos resultados mínimamente dignos para sustituir a una dirección catastrofista que no sólo conduce a su partido a la "eterna" oposición sino a la nación española a un conflicto muy desagradable para todos. Los ánimos los hay para todos los gustos y las gentes que apoyan al Partido Popular donde ven expresadas sus legítimas aspiraciones de paz, democracia y libertad no deben ser ni pisoteadas ni manipuladas en sus sentimientos. La aclaración y la rectificación son cada día más un bien necesario para toda la comunidad.
2 comentarios:
¿ Tienes algún dato, dirección de internet o similar que corrobore todo eso que comentas, o sólo son elucubraciones?
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