09 abril 2007

Sábado Santo Rojo




Un 9 de abril de 1.977, hace treinta años, el Partido Comunista de España fue legalizado. Nos enteramos a través de un nervioso y enganchado locutor de RNE, Alejo García:

«Señoras y señores, hace unos momentos, fuentes autorizadas del Ministerio de la Gobernación han confirmado que el Partido Comunista...perdón... que el Partido Comunista de España ha quedado legalizado e inscrito en el... perdón... (ráfaga musical)... Hace unos momentos fuentes autorizadas...(ráfaga musical)»

Un Sábado Santo Rojo que pilló al entonces Secretario General del PCE, Santiago Carrillo, en Cannes por expresa indicación de Adolfo Suarez y con declaración de Carrillo pactada entre ambos. El pueblo español quedó helado, la cúpula militar cabreada y con los sables casi desenvainados y la militancia comunista, muy disciplinada como siempre, se dispuso a celebrar el acontecimiento por toda España sin excesiva, o con muy contenida, emoción para no molestar a los de siempre. Significó el fin del "demonio rojo" y el principio de la democracia real. Victoria Prego resume perfectamente lo que significó aquel día.

El PCE a principios de la guerra civil contaba con unos 6.000 militantes a lo sumo. La ayudas a la República de Stalin le hicieron crecer en importancia y sus cuadros dirigentes fueron ocupando los puestos claves en el organigrama de un gobierno republicano en guerra con Franco y consigo mismo. La traición desde la retaguardia que acribillaba a balazos por la espalda a los milicianos de la CNT mientras luchaban contra las tropas de Franco o el aniquilamiento del POUM, fue pronto olvidada tras la derrota de la República.

Con los dirigentes partidarios de la fenecida democracia exiliados, internados en campos de concentración o fusilados, los intelectuales y los científicos fuera de nuestra patria y la población civil que no pudo pasar la frontera represaliada durante casi cuarenta años, no hubo en España otro referente nacional o internacional que representase tanto la oposición a la dictadura como el Partido Comunista de España. A ello contribuyó el propio Franco para quien sus opositores no eran mas que "masones y comunistas", es decir, "rojos".

Sus incursiones en el Valle de Arán y la guerrilla o "maquis" en los montes de la península, junto con las emisiones de la Radio Pirenáica contribuyeron a engrandecer la mitología del PCE. En España todo aquel que no comulgase con el Régimen era comunista y por lo tanto la opción no era otra que ingresar en el Partido Comunista por ser el objeto de los odios fascistas y porque "englobaba" de alguna forma a toda la oposición a la dictadura. Socialistas, anarquistas y republicanos de todos los colores mayoritarios e históricos hasta poco después de finalizada la guerra fratricida y que resistían en sus feudos de Asturias, País Vasco, Andalucia o Levante entre otros lugares, dejaron de existir de un plumazo. La dura represión y la propaganda oficial los convirtió, a los que sobrevivieron, en comunistas.

Luego vinieron las luchas estudiantiles de finales de los cincuenta y el magnífico "entrismo militante" en las estructuras sindicales a través de las Comisiones Obreras en los años sesenta, que englobaban a militantes y simpatizantes de todos los sindicatos desafectos al Caudillo. Con razón muchos trabajadores añoran aún al sindicato vertical, la Central Nacional Sindicalista, cuyos puestos clave situados en los mandos intermedios estaban ocupados por militantes comunístas. O también la afiliación en masa en los últimos años del franquísmo de intelectuales, actores, cineastas, periodistas...

El odiado Partido Comunista, la odiada Dolores Ibarruri "Pasionaria", el aún "asesino" Santiago Carrillo (con o sin peluca) para los neofascistas de nuevo cuño que siguen sin demostrar nada, los odiados rojos y comunistas de las células perseguidas por la "Brigadilla" Politico-Social y por los Tribunales de Orden Público (TOP) y todo un mundo de oposición vilipendiado hasta la saciedad pasó a la historia un 9 de Abril de 1.977.

Desde entonces el PCE, que había cumplido un digno papel de protagonista opositor al régimen dictatorial de Franco, fue cada vez a menos. Hoy integrado en Izquierda Unida su papel, casi testimonial, representa a una izquierda que lucha contra una globalización política, económica y tecnológica que amenaza con destruir el planeta en pocas décadas y que nos recuerda el valor de un ecologísmo en acción y de la existencia de unos derechos humanos cada vez más pisoteados.

Con sus grandezas, y también con sus bajezas, el PCE y su histórica legalización nos trae a la memoria que en España hubo una época en que soñar con lo que hoy disfrutamos alegremente estaba prohibido y significaba la prisión, el desprecio y la muerte. Las generaciones que no han vivido los últimos años del franquismo, los anteriores o la propia transición democrática nunca podrán valorar este hecho en su justo término y es comprensible. Pero lo bueno o malo que poseen y pueden expresar en gran medida, o en una buena parte, se lo deben a un día como hoy de hace treinta años.

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