Estaba convencido que la batalla campal en la que se baten los dirigentes del PP a nivel nacional desde que perdieron las elecciones era una montaje. Me parecía una pelea de gallos ficticia con la pretensión de demostrar que Mariano Rajoy en realidad siempre ha sido un hombre de centro y que de alguna forma estaba secuestrado, durante toda una legislatura, la pasada, por los acólitos de José María Aznar (Acebes, Zaplana, Aguirre, etc.) y los medios de comunicación afines (COPE, EL MUNDO.). Era una forma de volver al centro, si es que alguna vez lo han estado, con muy pocos sacrificios. Estaba equivocado.
Lo que aparentemente parecía un montaje mediático de reciclaje, porque no existía un candidato alternativo a Mariano Rajoy, cada día se perfila más como un enfrentamiento real entre líderes e ideas dentro del mismo Partido Popular. La necesaria ubicación hacia el centro político de un partido que se ha caracterizado en los últimos años como una oposición de extrema derecha propia de países latinoamericanos en tiempos previos a un golpe de estado, más que de un partido de derechas civilizado y europeo, está resultando sangrante. Entre otras cosas porque la estrategia de la "crispación" ha dado sus frutos , como dice Felipe González, en el desgaste del gobierno socialista de Zapatero y sin embargo no ha propiciado la victoria electoral del Partido Popular. Lo que por un lado les da la razón a los instigadores de la estrategia de la corrosión de la vida democrática demonizando a Rodríguez Zapatero sin necesidad de dar alternativas y por otra les da la razón también al sector de demócratas centristas que han estado apartados a un segundo plano y que creen en la estabilidad para poder volver a gobernar.
Es una guerra abierta entre dos concepciones muy distintas de ejercer el poder. La adopción en los últimos años de postulados y formas extremas de actuación política como avestruces que esconden la cabeza ante los problemas internos, el momento de la autocrítica y de la renovación se aplazó durante cuatro años, les está pasando factura. Los jaleadores mediáticos quieren cobrar en la cabeza de Rajoy y de todo aquel que se atreva a actuar autónomamente los servicios prestados con anterioridad. El golpísmo ensayado contra Zapatero y las instituciones democráticas se ha vuelto en contra de quien miró a otro lado: Mariano Rajoy.
La división interna de los populares ya está alcanzando tintes dramáticos entre las bases, abucheos para Gallardón y Rajoy por parte de los partidarios de Esperanza Aguirre y lo mismo para Aguirre por parte de los partidarios de los anteriores. La toma de posiciones por parte de los pesos pesados del PP, a raíz de la disensiones de María San Gil, Mayor Oreja y últimamente la baja de militancia del icono mediático Ortega Lara, dan el pistoletazo de salida. Rajoy ya no es imprescindible, su cabeza puede rodar sin mayor derramamiento. Falta que alguien decida el día y la hora. Y son muchos los pesos pesados que se decantan por no deshacerse de las nuevas bases asumidas a toque de pancarta y manifestación.
Voy a sentirlo mucho por los "afrancesados" del PP porque "el deseado", Pepe Mari Aznar, pondrá en práctica más pronto que tarde su 2 de Mayo de 2.008.