El Presidente debería empeñar su prestigio, como lo hizo Felipe González con la OTAN, y rectificar en la entrega de los 400 euros prometidos. 200 deben ser entregados como se ha prometido, pero los otros 200 deberían ir a las clases más desfavorecidas: Jubilados, pensionistas, viudos/as y parados.
El ciudadano entendería una rectificación a tiempo y se garantizaría, aún más si pudiese ser posible, la sostenibilidad económica de los que van a ser más perjudicados por la crisis. Debe ser un añadido a las subidas previstas, no una sustitución. Un ingreso lineal mensual.
Repartir 200 euros en 12 meses compensa más al que menos recursos tiene y ayuda a la economía familiar mucho mejor, resultando menos gravoso para el Estado, porque no soltaría el dinero de golpe. Dar ese dinero a los que no lo van a necesitar, porque tienen recursos suficientes para llegar a fin de mes, es de una irresponsabilidad mayúscula. Aunque se haya prometido como gancho electoral, comprensible por otra parte dadas las circunstancias.
Los que han votado al PSOE son precisamente los que no van a recibir el “premio” de los 400 euros, y los que no han votado comprenderán la situación que mejorará algo la vida de los más necesitados. Es una forma de justicia social que compensará a todos los ciudadanos a corto y medio plazo. Por eso hay que rectificar sin miedo, demostrando, ya que llegan las decisiones duras, que también se sabe beneficiar a quien corresponde. Si no se hace así, mis 400 euros irán a parar a una cena por todo lo grande, con lo que me lo habré pulido en una sola noche. Es un decir.
Añadiendo ideas: No estaría de más que fuese el propio Estado quien se encargase directamente de gestionar la Ley de Dependencia, en aquellas autonomías que boicotean su aplicación. Tal como se hace con otras ayudas de la Seguridad Social. Deduciendo, por supuesto, la parte correspondiente que, en principio, debería ir al gobierno de la Comunidad Autónoma para dicho menester. No cabe duda que ese es el camino para otras cuestiones similares.
Hacer números.
