Algunos analistas como Carlos Carnicero se preguntan si podremos vivir sin crispación ante las "nuevas formas" del PP. Pues sí, debemos. El problema es saber si la "nueva estrategia política del PP" es una táctica más que sólo pretenda desmovilizar al electorado que presta sus votos al PSOE.
Desmovilizar a algunos sectores de la izquierda, que según Carnicero, "añoran" la crispación es fácil. Sólo es necesario que la única propiedad que poseen, que es la libertad, no se sienta amenazada. La simple sensación de normalidad y algunas decisiones gubernamentales pragmáticas son suficientes para "adormecer" de nuevo a la izquierda. Conseguir despertarla de nuevo es mucho más costoso y requiere un gran peligro al acecho de sus costumbres.
Para la derecha sociológica, la base social que apoya al partido que mejor represente sus intereses y cuyo líder puede ser accesorio, la movilización es instantánea porque su principal valor es la defensa de la propiedad, conseguida o en vías de conseguir. Es un valor mucho más tangible y es el que les da la libertad de actuación, independientemente del régimen político. Es sabido que la derecha es mucho más adaptable a los usos y costumbres sociales que la izquierda, puede perfectamente adoptar políticas y valores históricos de la izquierda sin que se les caigan los anillos si con ello aseguran su status social, siempre y cuando no haya merma en su sentido de la propiedad, material principalmente.
El campo de actuación de la izquierda es mucho más limitado, su base social son los asalariados, los funcionarios, las clases pasivas y algún que otro profesional independiente. Todos ellos susceptibles de cambiar de "clase social" a la mínima que puedan adquirir bienes y propiedades de forma estable. La izquierda en el poder sólo puede gestionar la propiedad pública buscando el beneficio social de amplias capas de la población, garantizando el poder adquisitivo de su base social y ampliando, si es posible, nuevos derechos demandados por la sociedad. Ello sin menoscabo de los intereses privados que deben convivir cómodamente en un Estado de Bienestar Social.
Dicho esto, lo que ha permitido movilizar a duras penas a un electorado de centro y de izquierdas en favor del partido que ocupaba legalmente el poder, ha sido la atmósfera asfixiante creada por la crispación. Una atmósfera que ya estaba afectando gravemente a nuestras relaciones sociales y de vecindad, poniendo en peligro el mismo Estado de Derecho y la propia democracia. Así se ha entendido por la mayoría de la población. Así parece que también lo ha entendido el principal motor de la estrategia crispatoria, el Partido Popular, que ha buscado el centro político apresurádamente y sin complejo de culpa.
Ahora el Partido Popular no tiene necesidad, de momento, de apretar las tuercas de nuevo. El desgaste de ocho años de poder del Partido Socialista hará posible una trasferencia de electorado hacia un Partido Popular apto para gobernar, lo cual requiere estar lejos de extremismos que hipotequen sus futuras actuaciones. Pero ya avisó Aznar de que volverían a las andadas si con ello transmutaban el interés partidista en interés público a conveniencia.
Los analistas independientes no deben temer por su futuro, podrán seguir siendo equidistantes y buscando "matiZes" que señalen los errores de la política gubernamental, sin que se les acuse de favorecer al PP. Los miles de blogueros molestos desaparecerán con el tiempo y la independencia de los analistas, por lo menos no dependerán de la línea editorial de la competencia que no les da de comer. estará asegurada.
Otro cantar es saber qué hacemos con la siempre beligerante Iglesia Católica de la Conferencia Episcopal Española, con la COPE a la cabeza, y con las conspiraciones fabricadas en las mesas de redacción de medios de comunicación como EL MUNDO. Interesa saber también cómo neutralizar los órganos de propaganda de las autonomías gobernadas por el PP, como Canal 9 y Tele Madrid. Desmontar otro tinglado como las televisiones "digitales" otorgadas a dedo (al calor de la crispación) a grupos de intereses extremistas ligados a los anteriores va a ser muy difícil. Y por último ¿ Se van a desmovilizar los miles de blogueros "ciberfachas" y se les va a dar pasaporte a la nueva clase de tifosi ultras que siguen apoyando al PP ?.
Quedan muchas cosas pendientes en el candelero que ocultan, a los ciudadanos embobados con los fuegos de artificio coyunturales, la verdadera realidad de que España está en venta desde que lo anunciara Aznar: la trasferencia masiva, sistemática y sin dilaciones de toda aquella empresa, bien o servicio público que pueda pasar a manos privadas, preferentemente a manos de militantes o simpatizantes relacionados con el Partido Popular, y que es el trasfondo de la cuestión crispatoria.
Los analistas "independientes" no tendrán de qué preocuparse por mantener la equidistancia, mientras sigan mirando a otro lado.
Desmovilizar a algunos sectores de la izquierda, que según Carnicero, "añoran" la crispación es fácil. Sólo es necesario que la única propiedad que poseen, que es la libertad, no se sienta amenazada. La simple sensación de normalidad y algunas decisiones gubernamentales pragmáticas son suficientes para "adormecer" de nuevo a la izquierda. Conseguir despertarla de nuevo es mucho más costoso y requiere un gran peligro al acecho de sus costumbres.
Para la derecha sociológica, la base social que apoya al partido que mejor represente sus intereses y cuyo líder puede ser accesorio, la movilización es instantánea porque su principal valor es la defensa de la propiedad, conseguida o en vías de conseguir. Es un valor mucho más tangible y es el que les da la libertad de actuación, independientemente del régimen político. Es sabido que la derecha es mucho más adaptable a los usos y costumbres sociales que la izquierda, puede perfectamente adoptar políticas y valores históricos de la izquierda sin que se les caigan los anillos si con ello aseguran su status social, siempre y cuando no haya merma en su sentido de la propiedad, material principalmente.
El campo de actuación de la izquierda es mucho más limitado, su base social son los asalariados, los funcionarios, las clases pasivas y algún que otro profesional independiente. Todos ellos susceptibles de cambiar de "clase social" a la mínima que puedan adquirir bienes y propiedades de forma estable. La izquierda en el poder sólo puede gestionar la propiedad pública buscando el beneficio social de amplias capas de la población, garantizando el poder adquisitivo de su base social y ampliando, si es posible, nuevos derechos demandados por la sociedad. Ello sin menoscabo de los intereses privados que deben convivir cómodamente en un Estado de Bienestar Social.
Dicho esto, lo que ha permitido movilizar a duras penas a un electorado de centro y de izquierdas en favor del partido que ocupaba legalmente el poder, ha sido la atmósfera asfixiante creada por la crispación. Una atmósfera que ya estaba afectando gravemente a nuestras relaciones sociales y de vecindad, poniendo en peligro el mismo Estado de Derecho y la propia democracia. Así se ha entendido por la mayoría de la población. Así parece que también lo ha entendido el principal motor de la estrategia crispatoria, el Partido Popular, que ha buscado el centro político apresurádamente y sin complejo de culpa.
Ahora el Partido Popular no tiene necesidad, de momento, de apretar las tuercas de nuevo. El desgaste de ocho años de poder del Partido Socialista hará posible una trasferencia de electorado hacia un Partido Popular apto para gobernar, lo cual requiere estar lejos de extremismos que hipotequen sus futuras actuaciones. Pero ya avisó Aznar de que volverían a las andadas si con ello transmutaban el interés partidista en interés público a conveniencia.
Los analistas independientes no deben temer por su futuro, podrán seguir siendo equidistantes y buscando "matiZes" que señalen los errores de la política gubernamental, sin que se les acuse de favorecer al PP. Los miles de blogueros molestos desaparecerán con el tiempo y la independencia de los analistas, por lo menos no dependerán de la línea editorial de la competencia que no les da de comer. estará asegurada.
Otro cantar es saber qué hacemos con la siempre beligerante Iglesia Católica de la Conferencia Episcopal Española, con la COPE a la cabeza, y con las conspiraciones fabricadas en las mesas de redacción de medios de comunicación como EL MUNDO. Interesa saber también cómo neutralizar los órganos de propaganda de las autonomías gobernadas por el PP, como Canal 9 y Tele Madrid. Desmontar otro tinglado como las televisiones "digitales" otorgadas a dedo (al calor de la crispación) a grupos de intereses extremistas ligados a los anteriores va a ser muy difícil. Y por último ¿ Se van a desmovilizar los miles de blogueros "ciberfachas" y se les va a dar pasaporte a la nueva clase de tifosi ultras que siguen apoyando al PP ?.
Quedan muchas cosas pendientes en el candelero que ocultan, a los ciudadanos embobados con los fuegos de artificio coyunturales, la verdadera realidad de que España está en venta desde que lo anunciara Aznar: la trasferencia masiva, sistemática y sin dilaciones de toda aquella empresa, bien o servicio público que pueda pasar a manos privadas, preferentemente a manos de militantes o simpatizantes relacionados con el Partido Popular, y que es el trasfondo de la cuestión crispatoria.
Los analistas "independientes" no tendrán de qué preocuparse por mantener la equidistancia, mientras sigan mirando a otro lado.