10 octubre 2008

SALIDAS PARA UNA CRISIS ECONÓMICA (ampliado y corregido)


Al parecer, ser economista sirve para poco a la hora de la verdad. La ideología ultra liberal ha fracasado como también lo hizo el comunismo real. Lo único que ha funcionado siempre desde 1.929 es cierta intervención del estado (New Deal en los EEUU por ejemplo). Posteriormente ha sido la socialdemocracia europea la que mejor ha sabido conjugar la libertad de empresa y de mercado con la seguridad que supone tener unos servicios públicos básicos (sanidad, enseñanza, cobertura de desempleo, planes de jubilación, etc ) en manos del estado. Es lo que llamamos Estado de Bienestar, inspirado en los tiempos en que Wily Brandt dirigía el SPD y los destinos de Alemania Occidental como canciller.

Las experiencias habidas en materia económica siguiendo los dictados de un tal Milton Friedman tuvieron cierto éxito en los Estados Unidos de Reagan, en el Reino Unido de la Tatcher y en el Chile de Pinochet allá por los ochenta del siglo pasado. Hubieron muchos nuevos ricos y la riqueza afloraba. El coste social fue alto y los gobiernos posteriores tuvieron que pagar los platos rotos de la experiencia neoliberal. El mercado se ajustó porque hubo disciplina y los "tiburones" aún eran "pezqueñines".

No ha pasado así esta vez. Los devoradores económicos han resultado insaciables y, como los drogadictos cocainómanos, el dinero a su vez requiere más dinero. Todo lo que se inyecte será devorado y de poco va a servir un "acuerdo global" cuando este se espera por unos especuladores peligrosos, arropados y protegidos a su vez por políticos y gobiernos que actúan como sus correas de transmisión, que han comprendido que los verdaderos gobiernos no están en las estructuras estatales de las naciones, sino en las grandes multinacionales que cubren de por vida sus jubilaciones y las de sus descendientes. Son incontrolables territorialmente y saben que los "ACUERDOS GLOBALES" son tomados a su vez por lacayos a sueldo de esas grandes corporaciones económicas que operan a nivel mundial, como el expoliador Fondo Monetario Internacional (FMI).

Son los mismos que trasladan una empresa de un país a otro por el simple informe de un ejecutivo. A sus grandes beneficios proporcionados en parte por los bajos costes laborales y por las subvenciones a fondo perdido que los gobiernos regionales otorgan para su mantenimiento, a costa de los contribuyentes, suman el "pacto" de precios entre homólogos y el chantaje a los gobiernos para fijar tarifas. Las corporaciones financieras y bancos están tan interrelacionados entre ellos y las compañias multinacionales, que difícilmente pueden garantizar los equilibros económicos cuando son los que ejercen de especuladores a los dictados de dichas multinacionales y sin control alguno por parte de los gobiernos. En todo momento tienen un campo de actuación mundial que con los adelantos telemáticos de hoy su control es sólo teórico. Sus beneficios se convierten en inversiones en multitud de empresas y actividades diversas, con lo cual tarde o temprano un pequeño golpe en una carta de la baraja derrumba por completo el castillo de naipes.

Los controles estatales son necesarios y mucho más a nivel supranacional. Identificar los agentes causantes de estas crisis, ya demasiado periódicas, y controlarlos será una labor que va a requerir coordinación y verdadera voluntad por parte de todos los gobiernos si no quieren que en el futuro se repita la misma historia. El aviso de esta política neoliberal, neoconservadora o como quiera que se llame, vino de la mano de Argentina con su famoso "corralito", donde miles de argentinos vieron esfumados todos sus ahorros gracias a la experiencia prematura de la política económica de Carlos Menem.
Estados Unidos, que ejerce de "nuevo imperio romano" del siglo XX y XXI, ha caído también en el experimento de la mano de un inepto como lo es el presidente Bush y todo su gobierno formado por expertos economistas y ejecutivos venidos, o impuestos, por las compañías petroleras y de la industria del armamento estadounidense. Con intención o sin ella, han creado un caos mundial de difícil solución. Tras una política guerrera, buena para el negocio de las armas, y expoliadora de los recursos energéticos de otros países, como es el caso de Irak, la insaciabilidad no cesa con la crisis económica mundial generada. Esta codicia continúa arramblando con todo lo que se pueda comprar a bajo coste y sin riesgo alguno, porque el capital con que cuentan los especuladores de los tiempos alegres sirve ahora para rematar la faena y hacerse con todo lo habido y por haber que en su día no obtuvieron.

Soluciones hay y no es otra que la autarquia y el proteccionismo que ya empiezan a ejercer la principales economías norteamericana y europeas. La solución global será un parche para mantener el "statu quo" en unos niveles de "peligrosidad económica" global mientras a niveles locales o nacionales cada cual se las ventilará como pueda. Es tal y como ocurrió tras la crisis del 29 y en la antesala de la segunda guerra mundial. Lo más peligroso, y también lo más necesario, será saber cómo proteger a las masas y a la población en general, de los visionarios y de los nuevos "profetas" de la catástrofe y del fin del mundo que van a pulular por doquier, aprovechando el bajo estado anímico de los que siempre pagan los platos rotos, mientras se va normalizando la situación que será larga y dura.

La solución parece que está en tomar conciencia de que hay que levantar los países de nuevo como si hubiese habido una gran guerra o catástrofe. Emprender políticas de "reconstrucción" a gran escala, protegiendo a los más débiles para que no sean objeto de "experimentos revolucionarios" por parte de energúmenos sin escrúpulos mientras se producen los cambios necesarios, crear nuevas infraestructuras que generen empleo y modernicen los países adelantando los posibles incrementos poblacionales y de bonanza económica a años vista y empeñando los esfuerzos en sustituir productos importados por propios (sobre todo en materia energética) que al mismo tiempo utilice nuevos materiales y nuevas tecnologías para adelantar el futuro y no caer de nuevo en errores del pasado. Es un objetivo que deben estudiar los pensadores y también los economistas sobre unas bases nuevas y muy diferentes a las utilizadas en los últimos tiempos. Los economistas neoliberales han fracasado y han demostrado que sus teorías son ficticias y no tienen nada que ver con la realidad.

Deberíamos dar un vistazo, en todo caso, a la literatura económica del sr. Galbraith y del sr. Keynes, para aprender de nuevo la consabida lección de siempre: el mercado no siempre se ajusta solo. Las ideas del sr. Galbraith, reflejadas en El nuevo estado industrial, fueron aplicadas por los demócratas norteamericanos, no solo cuando asesoró a Kennedy y a Johnson, sino también cuando se aplicó en espíritu por Carter y Clinton.

Es de suponer que mientras esperamos a que Obama siga una trayectoria diferente a la utilizada en los últimos tiempos, por lo menos en materia económica para los Estados Unidos, los demás podremos respirar un poco más tranquilos mientras se busca un nuevo sistema económico mundial que equilibre la situación actual y controle para siempre a los desbocados tiburones que manejan a su antojo la economía mundial y los ahorros de millones de ciudadanos. Mientras tanto, los europeos deberíamos volver a lo nuestro, a lo ensayado con éxito en los países donde las políticas socialdemócratas siempre han funcionado, para los capitalistas y para el resto de la población.

CORRECCCIÓN DE ERRORES : Donde ponía Sr. Keynes, ya corregido, pongo Sr. Galbraith. Un error de bulto imperdonable que corrijo y amplío a continuación tras releer el post.

John Kenneth Galbraith contribuyó al diseño del desarrollo económico de Alemania y Japón tras la segunda guerra mundial y asesoró al presidente Kennedy. Sus ideas tuvieron cierta influencia en las siguientes administraciones de los demócratas norteamericanos. En El nuevo estado industrial (1.967) acuñó el término "tecnoestructura" para denominar a una nueva clase de gestores y administradores que dominaban las grandes empresas (los conocidos como ejecutivos agresivos, aquí llamados "tiburones"). En otro libro La sociedad opulenta (1958), reclamó una mayor presencia de los servicios públicos para compensar el exceso de productividad que solo tenía como objetivo el consumo sin más.

John Maynard Keynes, economista británico que estudió la crisis del 29, expuso en su Teoría General (1.935) que uno de los problemas más importantes de las naciones era el desempleo y que en épocas de crisis la iniciativa privada no podía cubrir las necesidades de pleno empleo por completo, con lo que era necesaria la intervención de los poderes públicos en las inversiones para compensar esa falta de inversión privada. Además de intervenir los estados en políticas monetaristas (facilitar el crédito, descensos del tipo de interés, etc), hoy en manos del BCE (Banco Central Europeo), propuso la inversión en infraestructuras, grandes obras públicas y servicios y la necesidad de subsidiar a los desempleados mientras esperaban turno para ir colocándose de nuevo en la estructura productiva. Keynes falleció en 1.946, con lo cual era difícil que asesorara a Kénnedy, aunque sus ideas sirvieron de base para que algunos gobiernos europeos y norteamericanos tomasen las medidas pertinentes en tiempos de vacas flacas.

Las ideas de ambos economistas son complementarias para el caso que nos ocupa.A ellas habría que añadir las del reciente Premio Nobel de Economía 2008, el estadunidense Paul Krugman. quien avísó reiteradas veces de la situación en la que hemos entrado y ha sido gran crítico de las políticas neoliberales del presidente Bush. La referencia y fotografía de Wily Brandt es para recalcar la necesidad de aplicar políticas socialdemócratas no sólo en tiempos de crisis si no en tiempos de normalidad. Podría haber puesto a Bernstein u otro pensador socialdemocrata , pero me parecía justo honrar a este gran político alemán.

Parece que ser economísta al final sirve para algo, aparte de para ganar dinero.

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