21 junio 2009

EL RACISMO QUE CONDUCE AL FASCISMO


Todo tipo de crisis produce miedo y temor, como a perder las pertenencias, las posibilidades de conseguir un "státu" superior o perder incluso la propia vida. Ello es bien conocido por los conseguidores de poder cuyo esfuerzo se basa en mantener y amplificar todo lo posible esos miedos irracionales del común de los mortales para imponer su propia dictadura.

Se hizo en el siglo pasado tras la crisis del 29 en Italia y Alemania, mientras en los Estados Unidos se aplicaban políticas más sociales y protectoras en materia económica con el "New Deal" de Roosevelt. Hoy el caso no es muy distinto en esta última crisis global. Norteamérica lidera el cambio económico y social con Obama, aún muy lejos de lo conseguido en Europa en el último medio siglo, mientras Europa entra de nuevo en la espiral racista y casi fascista de la mano de Italia, bueno, de Berlusconi. Casi casi igual que antes. Hacer paralelismos resulta odioso.

No es casualidad que en tiempos de crisis, de cambios, la razón quede "dormida" en favor de las ilusiones y de los salvadores. No se atiende a explicaciones más o menos racionales o más o menos complejas. Se atiende a la ira y al mensaje fácil que se transmite a través de rumores mucho antes que a lo oficial. Los salvadores hacen su aparición ligados al concepto de unidad de grupo, nación o religión, excluyendo a los diferentes. Antes los diferentes eran los judíos o los rojos. Ahora lo son los inmigrantes y lo volverán a ser los rojos por exclusión, luego "vendrán a por mi", como decía Berthold Brech.

No es para tomarselo a la ligera, los avisos no vienen sólo de la Italia de Berlusconi donde se revitalizan los ataques a los inmigrantes y resurgen nuevos "camisas negras" que como en tiempos de Mussolini patrullaban las calles en busca de "diferentes" a quien apalear con las bendiciones oficiales y el silencio cómplice del ciudadano. Hay avisos que surgen del incremento de la presencia ultraderechista en todos los ámbitos institucionales europeos.

Aquí en España los grupos ultras, más o menos "protegidos" por líderes locales ligados a la derecha, que no es lo mismo que decir que lo sean al Partido Popular, están haciendo su agosto a costa de la crisis. Puede que en el propio Partido Popular no se estén dando cuenta de lo que se esta fomentando y del peligro que supone también para los propios demócratas de ese partido. Todo por una "alianza coyuntural y pasajera" para derribar al contrario. No es una acusación "anti", es una constatación que, día a día, se viene observando en la calle. Los rumores que se propagan boca a boca marcando como "chivos expiatorios" a los inmigrantes como culpables de no tener trabajo, de la crisis agravada por su presencia o cualquier otra excusa, ahora que las vacas son flacas, no acaban nunca de forma pacífica con una puntual expulsión del chivo expiatorio. Luego vendrán a ser "culpables" catalanes, andaluces, extremeños, socialistas, comunistas, etc. Lo de siempre. Si la crisis se alarga y hay muchos interesados en que ello ocurra, los ánimos vendrán a ser incontrolables. Experiencias del pasado tenemos y muchas.

Por aquí se viene hablando de "peruanos que lanzan cubos de agua escaleras abajo burlándose de los nacionales", los "con coleta que trabajan mal , sin papeles y que van borrachos generando peleas a diario", "moros ilegales y delincuentes", etc. Son rumores de baja intensidad que salen del comentario diario en tiendas, panaderías y plazas. Nadie sabe nada de forma directa pero siempre es de "buena fuente". El mensaje final es que "España es para los españoles y extranjeros fuera", luego se une siempre a Zapatero como "el culpable". Es una práctica que viene a soliviantar los ánimos de los que padecen la crisis de la forma más cruel posible, se les indica el objetivo a quien apedrear.

Por si estos argumentos parecen de poco calado, creyendo que una vez solucionada la crisis el racismo desaparecerá de nuestras vidas, bastará recordar que según el Observatorio Valenciano de Migraciones en poco más de una década uno de cada cinco valencianos será mayor de 65 años y uno de cada tres será extranjero. Lo que viene a suponer que casi un 20 % de la población será "vieja" y será preciso de forma obligatoria "importar" inmigrantes para trabajar y cotizar a la seguridad social. Aparte habrá que incluir que para el 2022 se prevé que la población extranjera, la mitad extracomunitarios, vendrá a suponer casi un tercio de la población total en la Comunidad Valenciana.

Las fricciones entre nacionales y extranjeros se prevén que irán en aumento, al igual que en el resto de países europeos de nuestro entorno. Dejarse llevar por las pasiones nacionales, cuando los vamos a necesitar haya crisis o no la haya, no es buena política de convivencia. Si el nivel de nacimientos sigue "estancado" gracias a UNA MEJOR POSICIÓN SOCIAL y aunque, de golpe, despertemos a una nueva era de "baby-boom", no creamos que España vaya a ser "sólo" para los españoles de orígen, el futuro demanda una mayor integración de culturas, religiones y de nacionales de diferentes orígenes. Esa será la cruda realidad lo queramos o no.

Así que vayamos pensando en integrar a los ahora extranjeros en nuestras costumbres y cultura de la mejor forma posible si no queremos que sus hijos, los futuros españoles mayoritarios en población, nos "integren" a los que nos llamamos "españoles" de la peor forma posible. Para ello debemos hacer caso omiso a los lanzadores de rumores malintencionados y xenófobos y no dejarnos seducir por el fácil discurso de echar las culpas al diferente, al que no es "de los nuestros". Es una reflexión que debemos hacer con la cabeza bien despejada y con la mano en el corazón. Nadie elige madre o padre ni en qué lugar le deja caer "la cigüeña".

En este asunto tenemos que poner mucho cuidado los demócratas, nuestro silencio siempre es cómplice y para el que crea que no va con él, que sepa que luego él será el "chivo expiatorio" de los intransigentes de siempre, incluso de los nuevos.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo desde el principio al final pero me reconoceras que hay un montón de demócratas de los que no tengo porque dudar que se han acomodado a una vida, llamémosla "burguesa" por decir algo, a pesar de ser simples obreros y que han adoptado posturas poco integradoras y excluyentes en el tema de la integración de inmigrantes. Y a esa gente no se la identificaría como fachas de extrema derecha. Más bien alguno puede que haya con el carné de algún partido de izquierda.

Carolus Primus dijo...

Te lo reconozco, por supuesto. Mis temores no vienen precisamente por el auge de la extrema derecha. Vienen sobre todo por el silencio de los llamados "demócratas" que hacen caso omiso a las señales que percibimos abiertamente en nuestra vida diaria. Señales que, cada vez más, provienen de desconocidos obreros y de muy conocidos y allegados compañeros, incluso de partido.

Todos los días me encuentro con algún comentario racista abiertamente. Los últimos, lo que ha motivado este post, provenían de una conocida señora de misa y de derechas de toda la vida, que se acercó a nosotros, un grupo de contertulios de diferente pelaje ideológico, para comunicarnos la Buena Nueva. La pobre señora sabía lo que decía y a quién se lo decía, para ver... solo para ver. El tema es que algunos de los tertulianos, mucho más rojos que yo, no dudaron en dar por ciertas afirmaciones que pasaron a ser defendidas con vehemencia y violenta incontinencia verbal.

Pero el caso es que en las agrupaciones que frecuento, los inmigrantes son tabú. Ni se les conoce ni se les quiere conocer. Y eso que las cafeterías próximas están plagadas de magrebíes y ecuatorianos. En una agrupación se tiene una asociación cultural ecuatoriana a escasos 50 metros y se pasa de largo y a toda prisa, "no te roben la cartera".

No es cuestión de extrema derecha, aunque aquí lo haya querido "suavizar".

Saludos, Nicolás.

Anónimo dijo...

http://www.diariosur.es/20090624/espana/gobierno-renuncia-subir-impuestos-20090624.html