28 febrero 2010

LOS PELIGROS DE UNA CRISIS

Gobernar no suele resultar grato cuando no salen las cuentas y los resultados no son los apetecidos. Obama recordó en su primer discurso ante la Cámara de Representantes de los Estados Unidos que la oposición tiene responsabilidades en el gobierno de la nación, no solo cuando gobierna sino también cuando se empeña en obstruir las iniciativas legislativas promovidas por el Ejecutivo.

El PP también debe ser responsable
En el caso español no parece que la oposición se sienta responsable de nada. Ni siquiera se siente responsable de su propia acción de gobierno en las comunidades autónomas que controla. Por otro lado, cuando el PP ha gobernado España ha anulado y tratado como marginado al adversario político, lo mismo que hace en sus ayuntamientos y en sus gobiernos regionales.

Es más, son responsables del gobierno de parte de las principales entidades financieras españolas (Caja Madrid, BANCAJA y la CAM) y de importantes núcleos de población donde tienen competencias plenas y en algunos casos absolutas, como en Galicia, Madrid, Castilla y León, Comunidad Valenciana y Murcia.

Lo lógico, lo normal, es que los feudos del PP fuesen los que tirasen del carro de la economía nacional y que el pleno empleo fuese la seña de identidad de los gobiernos populares regionales y municipales. No es así, es todo lo contrario. Son las comunidades autónomas que más gasto realizan de forma superflua, donde más empresas se cierran y donde más paro se registra en conjunto. Ello prueba que sus políticas neoliberales, que tanto gustan, no son otra cosa que un absoluto fracaso.

Los que provocaron la crisis quieren dar lecciones
Los mismos economistas y entendidos en la materia, nacionales y extranjeros, que ahora predicen el caos económico para España, si no se recortan los salarios a los trabajadores y se modifica la legislación para despedir sin indemnización como única solución a la crisis económica, son los que antes se equivocaron en sus predicciones sobre el alcance de la crisis a nivel global. Son también los que, desde posiciones neoliberales, abogaron por el libre descontrol de los mercados hipotecarios y financieros que han ocasionado la peor crisis económica desde 1.929. ¿ Por qué hay que creerlos ahora cuando, además, representan intereses de naciones y empresas que compiten con nosotros por levantar antes la cabeza y controlar así los futuros mercados ?.

A nivel nacional se ha hecho lo correcto pero aún es insuficiente
Tras el “crack” de 1.929, las únicas políticas económicas que obtuvieron éxito fueron las derivadas de las teorías de Keynes, el economista anglosajón que dijo que cuando la iniciativa privada se retrae, la iniciativa pública debe invertir donde no lo hace la privada. Es el mismo que dijo que la obra pública y la subvención a las masas desempleadas y más desfavorecidas debería ser el colchón de aguante hasta la llegada de tiempos mejores, cuando la iniciativa privada volviese a recuperar su ritmo normal. Es lo que ha hecho Zapatero apuntalando el sistema financiero español para evitar males mayores, protegiendo en la medida de lo posible a los desempleados y pensionistas, e invirtiendo en el PLAN E para ayuntamientos y en las obras públicas del ministerio de Fomento.

Es el colchón protector hasta que los bancos y cajas de ahorro normalicen el crédito a las empresas y éstas recuperen la iniciativa privada y con ello el empleo perdido. Sin embargo, parece que no es suficiente hasta que otras economías europeas, principalmente Francia y Alemania, se recuperen con anterioridad. Debido, entre otras cosas, a que son los principales importadores de nuestros productos y si no compran, porque también sufren la crisis, nosotros no podemos exportar y la actividad empresarial queda paralizada. Por ello es necesario ahorrar no sólo en el sector público sino principalmente en el sector privado, evitar gastos superfluos, y buscar nuevas actividades y mercados para salir del túnel. Es una empresa colectiva que no se puede imponer por decreto gubernativo y mucho menos cuando una parte de la sociedad , aguijoneada por políticos y medios de comunicación corruptos, se empeña en hacer lo contrario de lo que se debe hacer.

En crisis similares funcionaron las teorías económicas de Keynes
Esas políticas “socialdemócratas”, si se puede llamar así, fueron aplicadas con éxito por Roosevelt en los Estados Unidos con su “New Deal”, por el resto de democracias europeas ( Inglaterra y Francia) y también por las dictaduras de ambos polos ideológicos, la Italia y Alemania fascistas y la Unión Soviética de Lénin y Stálin con su Nueva Política Económica (NEP). El desastre vino cuando los partidos burgueses y socialdemócratas, principalmente en Alemania, no supieron ver los orígenes y alcance de la crisis y mucho menos explicar la salida a sus poblaciones gobernadas.

Buscar cabezas de turco y culpables no es la solución
Fueron los violentos fascistas quienes también, manipulando el mismo lenguaje de los socialdemócratas y los sentimientos de las masas trabajadoras desencantadas, aplicaron sus esfuerzos en grandes obras públicas, en las comunicaciones ferroviarias, autopistas y carreteras y la utilización de nuevas tecnologías, logrando prácticamente el pleno empleo a un precio cruel y despiadado para la población alemana primero y europea después. Ello no sin antes identificar los orígenes de la crisis señalando como culpables a los judíos y a las exigencias de otras naciones que esquilmaban su economía, consiguiendo de paso anular toda oposición democrática a la que se consideraba cómplice de los judíos y, por lo tanto, culpables de la crisis económica. Como es conocido, desgraciadamente, sus planes contemplaban el ejercicio del poder de forma absoluta y siniestra, llevando a la humanidad a la Segunda Guerra Mundial.

Hoy, con mucha diferencia, se repiten los esquemas de la crisis de 1.929. Aunque el orden político y económico internacional está más cohesionado a nivel global que entonces, los intereses nacionales de cada país siguen primando y buscando parcelas de poder e influencia en los organismos internacionales que toman decisiones globales. En países como Francia, Italia o España, se señala peligrosamente a los inmigrantes como los nuevos judíos del siglo XXI y a los socialdemócratas y progresistas (Zapatero y Obama por ejemplo) como cómplices de la situación de crisis. El caldo de cultivo de los nuevos fascismos está en fase embrionaria aunque nos resulte difícil creerlo. Y no lo creemos porque pensamos que tanto en Italia como en España, por poner dos ejemplos, tanto el partido de Berlusconi como el de Rajoy sirven de contenedores donde domesticar a la extrema derecha. El NSDAP de Adolf Hitler también ocupó el poder gracias a las elecciones democráticas que luego barrieron sin contemplaciones.


Las responsabilidades son compartidas
En España, el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero ha estado aplicando, de forma descafeinada, el keynesianismo que tan buenos resultados dio en el pasado, lo mismo que hace ahora Barack Obama en los Estados Unidos de América. Y sin embargo, no se puede poner toda la carne en el asador porque las competencias son compartidas con Europa y las Comunidades Autónomas y no se cuenta para ello con la complicidad del principal partido de la oposición, que ejerce una feroz fuerza obstruccionista a todo lo que provenga de los socialistas, lo que está ocasionando un grave perjuicio para los intereses nacionales al retrasar la salida de la crisis económica. Ello se hace evidente en la división de fuerzas a la hora de tirar todos del mismo carro. Mientras en el gobierno central se aplican unas políticas, en los gobiernos regionales se aplican las contrarias. Está claro que, de esta forma, el carro no se mueve en dirección alguna. Por otro lado, en situaciones de crisis anteriores más leves, los Estados, entre ellos España, disponían de un arma monetaria que era la devaluación o apreciación de la moneda, según conviniese, y este arma ya no depende del gobierno español sino del Banco Central Europeo y del acuerdo de los países que forman la zona euro, a la cual pertenecemos.

El nacionalismo de aldea y el racismo conducen a la violencia y al desastre
Ni qué decir que el principal partido de la oposición en España, el PP, ejerce además de ultranacionalista y xenófobo frente a las regiones donde no tiene responsabilidades de gobierno y, donde las tiene, enfrenta a sus comunidades con otras, principalmente contra Catalunya, como principales causas de sus agravios económicos y sociales.

Los inmigrantes, que han contribuido y contribuyen a la riqueza nacional con su trabajo en sectores despreciados por la población autóctona y también con su vida en nuestras fuerzas armadas, están siendo señalados como culpables por los mismos que tras una sonrisa les dan “las cajas de leche” cuando han perdido el empleo, sufriendo además la penalidad de no poder regresar a sus respectivos países por falta de medios. Son acusados, los que tienen suerte de que sus empresas hayan cotizado por ellos, de percibir las prestaciones a las que tienen derecho. Y solo por ser extranjeros y pobres que molestan a la vista, son enfrentados a otros trabajadores, nacionales, que se llaman “españoles” como única excusa de derecho. Lo lamentable es que esos “españoles” de boquilla son incapaces de enfrentarse, porque es más cómodo ignorar sus derechos laborales, a los que realmente los explotan y los tiran a la calle sin contemplaciones tras muchos años de servicio al “jefe”. Esos “patriotas” de nuevo cuño también son los que no ven inconveniente en tener a los “extranjeros pobres” cuidando de sus familiares a bajo precio, pero no como vecinos en su finca o barriada.


Cuando la población envejezca habrá que traer trabajadores extranjeros
Los inmigrantes son los judíos de la España en crisis que necesita cabezas de turco. Luego se señalará a los pensionistas (ya se hace), a los sindicatos y a los “rojos” de siempre, como cánceres a extirpar. Pero también serán los hijos de los inmigrantes actuales los que, a sólo unas décadas, tendrán que trabajar para sostener a la mitad de la población española ya envejecida, si se cumplen las previsiones demográficas para España y también para el resto de Europa. Los racistas “económicos” no deberían preocuparse, seguramente en el futuro la emigración regresará a sus orígenes o buscará nuevos lugares donde encontrar trabajo para progresar. Entonces será posible el pleno empleo para los que deberían disfrutar de una bien merecida jubilación.

Es el discurso y el rumor subterráneo de odio a lo diferente el que nos negamos a tomar en serio, propagados por los políticos de la cruz y de la espada y su acólitos, pensando en que no pasará porque estamos en una democracia madura, pero las masas de ciudadanos atemorizados por el chisme malintencionado y a conciencia sí se lo toman en serio, a pesar del elevado nivel educativo y cultural que comparado con otros tiempos ha adquirido nuestra sociedad. No hay que olvidar la facilidad con que esas masas se acuestan monárquicas y amanecen republicanas. Lo mismo que alzando el puño, se abre y se extienden los dedos en paralelo al horizonte.


Libertad para ser, igualdad de oportunidades y solidaridad
 
Salir vamos a salir de la crisis económica, pero hay que arrimar el hombro todos para que sea lo antes posible. Las tentaciones totalitarias y simplistas son el peligro que nos acecha si no nos damos prisa, por eso hay que tirar todos del mismo carro y con las mismas directrices. La gran empresa nacional que nos debe ocupar es volver al objetivo marcado por los artífices del “consenso” que nos ha traído libertad y progreso durante los últimos treinta años de nuestra democracia.
Ir por la senda de la Europa del “estado de bienestar”, que nos propusimos en su día , asegurando los pilares básicos de la educación, la sanidad y la seguridad social y evitando implacablemente toda tentativa de privatizar los derechos básicos adquiridos es garantizar el futuro.

El desmadre del ladrillo no volverá y habrá que formarse en nuevos oficios, ahorrar y buscar nuevas alternativas por nosotros mismos, no dejando la responsabilidad en otros, ni las soluciones en el dinero fácil. Nadie que haya sido libre y dueño de sí mismo ha esperado a que otros le solucionen la vida y, mucho menos, echado la culpa a otros de su propia situación personal.

Ese es el camino para levantarse de nuevo cuando se ha caído.

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